Una de las cosas que más me gustaba de la capital española era andar por sus calles y observar la gente pasar. Madrid es una ciudad que te atrapa, enamora y te invita a crecer y a evolucionar a pasos más grandes y largos que en otras ciudades del mundo. Siempre ha sido mi segundo hogar y hubo un momento en mi vida que fue el primero.
Recuerdo un día absorta en mis pensamientos, caminando despacio hacia uno de mis bares favoritos de la calle Fuencarral… me estaba dando cuenta de lo mucho que me faltaba tener una Fe. Veía a las personas de mi alrededor felices con sus vidas manteniendo una conexión profunda con sus creencias y sus seguridades a través de alguna Fe. Yo, sin embargo, siempre estaba sumida en interrogantes, miedos y desconciertos.
Miraba las Iglesias y me hacía pensar que quizá debía retomar la práctica de ir a Misa cual niña pequeña cuando estaba haciendo la catequesis. Un día entré en una de ellas y me quedé mirando sus increíbles techados, sus figuras de vírgenes y ángeles y me di cuenta de que no. Por ahí no era.
Pero lo que sí tenía claro es que necesitaba indagar más sobre mí misma. No podía quedarme tan sólo con esa parte superficial de querer reírme, viajar y explorar… sino que, ¿qué pasaba con esos miedos, desconciertos e interrogantes que no paraban de bombardearme la cabeza? Cuestiones sobre ¿qué es el ser humano? ¿qué es el Universo? ¿qué hemos venido a hacer aquí? fueron preguntas que cada vez más acechaban mi cerebro.
Había probado un par de veces el Yoga como medio de “relajarme”, “respirar” y “mover mi cuerpo”. Pero realmente desconocía lo que era esta práctica y lo mucho que podía aportar.
Una amiga mía, Doria, que había superado un cáncer y que se refugió en esta disciplina milenaria, me insistía que tenía que ir más en serio con ello. Practicar más y buscar cuál era la modalidad que iba conmigo. Dónde conseguía conectar y con qué profesor lograba sintonizar mi emisora mente-cuerpo-alma.
Probé en varios gimnasios y ninguno conseguía que me enganchase. Nada de lo que me aportaban me hacía sentir eso que mi amiga me decía. Además, me dolía muchísimo la cabeza y las lumbares y me parecía una tortura más que un ejercicio positivo para mi cuerpo y para mí. Años más tarde me di cuenta, y más siendo profesora, que el que te ajusten, te asesoren y tengan en cuenta tus limitaciones… es imprescindible para que puedas disfrutar de algo tan bonito y especial como es el Yoga. Chicas, si tenéis algún problema físico hay algunas posturas que no se pueden hacer al uso, sino que hay que optar por una alternativa o variante. Esto grabároslo a fuego, por favor.
Cuando mi amiga, de la que os hablé en el anterior email, enfermó…su pareja de entonces practicaba Yoga y le dijo de apuntarse a un centro en el que había una profesora muy buena, cerca de su barrio. Fue el momento perfecto para apuntarme con ella y pasar ese tiempo juntas profundizando sobre la vida. Gisela, la profesora, cantaba mantras en sus clases, nos hablaba sobre la filosofía del yoga, practicábamos Pranayamas y las clases de Hatha eran perfectas para la situación que ambas teníamos en aquél entonces. Me di cuenta de que había una gran diferencia cuando profundizabas más sobre esta práctica y no sólo te quedabas en lo físico y en las posturas.
Fue un descubrimiento para mi. Quizá el observar tan de cerca los amplios beneficios que tenía en Blanca, hizo que me interesara aún más por ello. Meses después me encontraba en Thailandia en un retiro de Yoga de 10 días y fue el inicio de nunca parar de hacerlo. De leer libros, de probar diferentes modalidades, profesores y observar cómo en cada una de las prácticas Yo era diferente.
Cuento todo esto porque a veces nos sentimos descubriéndonos a nosotras mismas y no sabemos ni por dónde empezar. Mi alma estaba totalmente escondida y yo sin mirarla a los ojos. No sabía realmente por qué motivo me movía ni qué era lo que quería. No pensé que mis necesidades venían de carencias afectivas, ni que mi dependencia emocional o aceptación de algunas parejas venía generada por mis vivencias y por mis creencias. Mis inseguridades salieron a flote más que nunca en estas horas de conexión conmigo, pero permitiéndome abrazarlas con holgura y observándolas con amor y con determinación.
Así que, cuando veo que pierdo un poco esa conexión conmigo, que siento que pueda estar metiéndome en una rueda cual hámster sin saber hacia dónde voy…. me acuerdo de esos momentos en los que sí estoy conmigo y me escucho, volviendo una y otra vez a la práctica y tomando decisiones que sé que tengo que tomar.
Si en algún momento no sabes por dónde tirar pero sabes que tienes que tirar… sólo visualiza qué es lo que necesitas. Yo tenía claro que era una Fe o algo que me hiciese creer en algo más profundo, que no era otra cosa que la necesidad que tenía de creer en mi.
De algún modo, tu alma te lo está diciendo. Sólo hace falta que le prestes atención.
Mantra que me grabo a fuego esta semana es:
“La búsqueda del Yo es incesante. No pararé”
¿Te ha ocurrido?
¿Has encontrado aquello que tu alma te está gritando?
¿Le haces caso?
¿Le prestas la suficiente atención?
¿Consideras importante la búsqueda de tu propio Yo?
Hace semana y media fui a Barcelona a grabar uno de los podcast más especiales que he tenido hasta ahora. Todos me encantan y estoy emocionada de poder conocer en profundidad a las personitas que vienen. Pero cuando se trata de una referente como lo es Xuan Lan, mi corazón late deprisa y los pelos se me ponen de punta.
Estaba nerviosa esperando en la puerta cuando la vi llegar al estudio de grabación. Iba caminando despacio observando los escaparates de las tiendas mientras comía un bocadillo vegetal. Su calma visible y su forma de caminar, me encantó. Supe desde el minuto cero que todo lo que veo y admiro en redes, es ella en su propia esencia.
Cuando se acercó, su amabilidad, sonrisa y agradecimiento por venir, me cautivó. Sin duda alguna, ella es especial.
El podcast es PRECIOSO. Hablamos de esta filosofía tan potente que os hablo en la charla de hoy, pero además hablamos de su historia. A través de su libro “La buena hija vietnamita” nos hace viajar a cómo creció entre dos culturas, la occidental y la vietnamita. Cómo realizó el cambio del mundo de las finanzas en Nueva York a dedicarse plenamente a Yoga en Barcelona.
Sin duda, un viaje inolvidable para mí y para quienes lo veáis, en el que terminé con mucha emoción y lágrimas en los ojos. Y es que, el amor que proceso por Yoga y por todo lo que ha significado para mi, al igual que para Xuan Lan, es impresionante.
Espero que lo disfrutéis tanto como lo hice yo.
Os abrazo fuerte.
Una de las cosas que más abrazo en mi propio proceso de vida es que estar en paz, en calma, en tranquilidad es el mejor estado en el que con consciencia plena se pueden tomar las mejores decisiones y dar pasos hacia nuestra propia evolución. Desde ese lugar ahora mismo disfruto de cómo el autoconocimiento nos brinda la oportunidad de llamar a las emociones por su propio nombre, identificarlas y sobre todo permitirte abrazarlas, sentirlas y experimentarlas...
Me gusta lo que compartes porque sin duda alguna todos en algún momento de nuestra vida creo que pasamos y experimentamos lo que bellamente describes...al final encontrar nuestro centro nos da la oportunidad de equilibrarnos emocionalmente y espiritualmente siempre teniendo presente que hay un trabajo interno que hay que cultivar día a día...
Gracias Noelia por compartir tu experiencia de vida que hace que muchos de nosotros encontremos conexión!!!.
Un cálido abrazo,