Las relaciones tienen que ser fáciles. Es obvio que tenemos que ceder de vez en cuando y mantener la paciencia con según qué circunstancias. También mantener el control en los enfados cuando sabemos que llevamos la razón, pero, a parte de asumir que cada ser humano lleva su mochila y que en determinados momentos puede sacar toda la porquería de ella… tenemos que darnos cuenta de cuándo una relación comienza a ser perjudicial para una misma.
Esto es una tarea complicada, en muchos casos no queremos verlo ni sentirlo, porque son personas que han estado en momentos importantes, son los/as de toda la vida, son incluso familia que ni por asomo nos planteamos un cambio en la forma de relacionarnos con ella.
Aquí no se trata de crear conflictos ni de mandar a la mierda, aunque a veces sería muy necesario ;), sino de priorizar aquello que te suma y no que te resta. Y ahí es cuando, la cagamos.
La cagamos, si sí, porque empiezan los “es que… ella está ahora pasando un mal momento, es que tiene este problema, es que no es mala pero a veces tiene “esas cosillas”, es que ha estado en los momentos difíciles, es que es mi hermana y no puedo hacerle eso, es que le prometí a fulanita que cuidaría de ella, es que, es que , es que, ES QUE”.
Y así, sin más, te vas metiendo tú solita en una rueda sin fin. Algo que no te beneficia en absoLuto y que determina muchísimos de los estados que tienes ahora por no ser capaz de marcar un límite, aún a sabiendas que debería ser más de uno. Y sí, me repito una y otra vez, las conversaciones incómodas son muy muy necesarias para las relaciones saludables, y si veis que no son tan saludables, quizá es porque no interesan tanto.
Ayer en una sesión, una personita me contaba la cantidad de veces que un familiar, al que quiere muchísimo, se la había jugado. Unas auténticas jugarretas de decir… ¿y en qué momento pensabas decir “basta”?. Y es que a veces, no sabemos decirlo, no sabemos parar…. pensamos que no es tan fuerte lo que nos está haciendo o diciendo, pensamos que quizá somos nosotras que somos unas locas poco tolerantes,… claro, siempre cargando con culpa en lugar de con todo lo contrario. Y es que, a día de hoy, ese familiar al que quiere tanto, tiene un problema serio. Entonces, ¿qué ocurre? ¿cómo podemos lidiar con esos sentimientos tan encontrados? no es tarea nada sencilla, porque aquí, si normalmente la culpa nos viene a visitar, aquí directamente se pide una caña y está tan ricamente a tu vera como una lapa imposible de despegar. Y haciendo un repaso de todas las acciones que ese familiar había ido haciendo a lo largo de los años… esa personita se dio cuenta de todo el mal que había sentido por dentro. De lo infravalorada que estaba, de lo sometida, de lo frustrada y triste… una cantidad de sentimientos que comenzaron a aflorar, en las que se dio cuenta de que por mucho que tú puedas amar a una persona, inevitablemente a veces es necesario marcar distancia. Ya no digo alejarte y desaparecer, sino marcar distancia. Mantener una leve relación que no te perjudique a tu bienestar y vida habitual. Que conozca hasta dónde llegas y hasta dónde estás dispuesta a ofrecer.
Y es que, ese tipo de relaciones son constantes. Las veo en parejas, en amigas, en familia, y siempre es lo mismo. Sentimientos que se encuentran y que luchan con el mal interno que hace que la autoestima de la persona que lo sufre caiga considerablemente. Y es que, en todas las relaciones hay algo bonito, algo que te engancha y quieres para tu día día. Una dosis de amor y de consuelo que a veces no se ajusta a la realidad.
Por otro lado, las personas, como os he comentado muchas veces, somos seres cambiantes, por lo que las relaciones también pueden cambiar e incluso acabarse y no pasa absolutamente nada.
La aceptación en estos casos es crucial. Saber hacia dónde nos queremos dirigir, también.
Y yo, esta semana estoy reflexionando sobre este tipo de cosas. De hecho, en el anterior email también hablé un poco sobre todo esto porque me parece algo tan esencial, tan importante, tan necesario… ser tú misma, compartir con las personas que realmente te valoran, te quieren y acompañan… aquellas personas que te admiran por el simple hecho de ser tú y que te ayudan cuando lo necesitas. Aquellas personas que no te juzgan, te intentan comprender y si no lo hacen, te respetan. Aquellas que no te miran y te dicen lo que tienes que hacer con una verdad absoluta y aplastante tirando por la borda lo que tú sientes, piensas o dices. Aquellas que no tienen palabras feas o malas contestaciones constantes, generando en ti una sensación negativa y desagradable. Aquellas que te escuchan a partes iguales, que dan importancia a tus problemas por muy tontos que parezcan (¿a ojos de quién pueden ser tontos o importantes?) y las que con un abrazo y un gracias a veces resuelven la tensión del momento. Aquellas que te sonríen, te aprecian y te dan la mano para saltar juntas. Y las que disfrutan el momento sin conversaciones que puedan llevar a discusión. Las que junto a ti miran la vida con alegría y lloran sin tapujos contigo cuando la vida lo pone difícil. Ahí, ahí es chicas. No nos engañemos… las relaciones han de ser fáciles, no difíciles y si lo son, que sean durante un periodo de tiempo corto y puntual.
Esta semana el mantra que me grabo a fuego es:
ME QUEDO CON QUIEN ME QUIERE pero que también ME ACOMPAÑA Y ME RESPETA
¿Te quedas con quien te quiere? ¿pero también te acompaña y respeta?
¿Piensas que te quiere pero a su manera? revisa esta frase si te la estás haciendo.
¿Sientes que esa persona sólo habla de sí misma sin escucharte?
¿Suele ser una relación de toma y daca o sólo toma y ya está?
¿Qué tipo de relaciones sientes que necesitas mantener? ¿Qué tipo de relaciones QUIERES mantener?
¿Eres sólo tú la que busca mantener una relación bonita y cercana? revisa esto.
¿Confías de la misma manera que antes en esa persona?
¿Te agrada su compañía?
Todas estas cuestiones son muy necesarias para observar qué tipo de relaciones mantenemos. Contadme todo lo que queráis.
Y aquí estoy, como cada semana escribiéndoos con muchísimas ganas de aportar lo aprendido, lo analizado y lo valorado de la semana. No os creáis… yo también establezco mis momentos de escucha, de cuestiones, de indagación y yo también siento que a veces he de tomar decisiones que no me motivan tanto porque son complicadas.
Sin ir más lejos… esta semana en la meditación, me está costando muchísimo respirar. Siento un bloqueo, molestia en la espalda, mucha tensión y contracturas… y no he sabido hasta hoy lo que me ocurría. Es importante que abramos un poquito la caja de Pandora para ir descubriendo lo que hay dentro sin miedo al que te vas a encontrar, y oye, si hay miedo…. pues hazlo con miedo, pero hazlo.
El caso es que justo en la meditación de hoy, estaba acordándome del nuevo podcast que compartimos esta semana con Afonso de Espalda en Forma. Que nos habla de la importancia que tiene nuestra espalda para nuestra vida diaria. Todo lo que cargamos y todo lo que nos perjudica a la espalda y cómo lo sufrimos muchas veces en silencio.
Así que, aquí os lo dejo para que lo disfrutéis porque desde luego que este podcast nos ayuda a todas ¿quienes no hemos tenido problemas aunque sean mínimos en nuestra espalda?
Me termino este café que estoy compartiendo con vosotras y me voy pitando al fisio.
¡Nos vemos en Zenvibes Studio!
Os abrazo fuerte.