No he considerado nunca que haya tenido un problema con la comida pero sí ha sido algo que ha estado presente en mi vida. Es decir, pesarme todos los días mirando cuántos gramos había engordado o había adelgazado, era lo normal para mi.
Nunca he hablado de esto porque es cierto que no he llegado a tener un trastorno de la conducta alimentaria, pero sí ha sido algo que me ha preocupado en exceso. Mi cuerpo nunca ha sido grande pero tampoco ha sido pequeño. Siempre he considerado que he tenido etapas muy bonitas y otras no tan bonitas. Como todas, imagino.
Hace algunos años decidí hacer una dieta hipocalórica porque el peso me producía mucha intranquilidad. Mi ropa ya no me venía y me pasaba el día viendo blogs de moda imaginando que “si tuviese ese cuerpo” podría ponerme esos modelitos. Era una tortura. Hasta que al final me armé de valor y dije “voy a ponerle remedio”.
Yo sabía que no estaba comiendo bien y que tenía muchos “vicios” que debía quitarme. Con vicios me refiero a bolsas de patatas, algún donut, grandes platos de pasta, tapas día sí día también… en fin, costumbres que podría consumir en menor medida. Y eso hice.
El deporte se convirtió en un hábito para mi. Iba al gimnasio 5 veces por semana y decidí ir andando al trabajo que eran unos 35 minutos a pie. Me mantenía activa y cuidaba mi alimentación a rajatabla. Hasta el punto en el que comencé a adelgazar alrededor de 1kilo y medio por semana. Comencé a poder ponerme de nuevo mi ropa y aquellos modelitos que tantas veces había mirado en los blogs o en la Vogue, sentía que me quedaban estupendamente.
Mantuve mi peso alrededor de 3 o 4 años y cuando volví a engordar (nada exagerado) volví a ponerle remedio. Partí el embarazo de un peso bajo, y los kilos que cogí durante este período se perdieron de forma rápida lactando. ¿Qué pasó cuando dejé de dar de mamar? que al haber perdido el hábito de comer saludable (ya que todo lo que comía me lo consumía Leo) mi peso se disparó por completo engordando 7 kilos y medio en menos de 3 meses.
Os cuento todo esto porque las mujeres pasamos por muchos quebraderos de cabeza con el aspecto físico. He tenido que trabajar muy seriamente el que esto no me afectase demasiado, pero reconozco que es algo que llevo conmigo cuando veo que tengo algún kilo de más o mi sensación física es poco grata para mí. No he dejado nunca de comer por ello pero puedo acercarme a entender cómo esto puede condicionar de tal manera a alguien que se mire al espejo y no se guste. Y que eso le pueda conllevar a hacer burradas y dejar de tener el control sobre su conducta con la alimentación.
Es un problema que además no suele ser tan visible porque a todas nos avergüenza que alguien pueda pensar que estamos dando importancia a lo “superficial”. Esto comienza a ser grave cuando se convierte en un tema tabú y tú estás con un bloqueo en tu mente que te impide relacionarte con normalidad. Esto lleva consigo mentir, ocultarte, no relacionarte, y no estar a gusto en lugares de ocio.
En este momento de mi vida y tras una sesión de Coaching que me ha puesto los pelos como escarpias viendo a una persona sufrir por otra con este problema… me ha hecho replantearme la forma de mirarme. Es peligroso cuando eres joven y muy agotador cuando eres adulta. Y no quiero que esto condicione ni una sola hora de mi vida, por mucho que la chicha de mi estómago sobresalga cuando hago posiciones en Yoga o por mucho que cuando me pongo el vaquero me quede más apretado de lo normal.
Si mi cuerpo ha cambiado, mi mentalidad tiene que cambiar también. Continuar con los hábitos saludables es fundamental para que tu mente funcione de una manera amable hacia ti misma. Una alimentación nutritiva y sana, añadir deporte a nuestra semana, mantener un descanso adecuado y reducir el estrés son factores a tener en cuenta en estos casos. Diría que son los fundamentales para que esto no ocurra,
Mantra que me grabo a fuego esta semana:
“ME QUIERO TAL Y COMO SOY”
Sé sincera ¿hasta qué punto te ha afectado tu estado físico?
¿Aceptas como es tu cuerpo?
¿Haces por mantener un estado físico saludable?
¿Te has avergonzado alguna vez por darle importancia a tu cuerpo?
¿Mantienes una relación sana con la comida?
Precisamente de esta última pregunta es de lo que hablamos Teresa Terol y yo en nuestro último episodio del Podcast.
Teresa Terol es Psiconutricionista y ha escrito un libro maravilloso llamado: “MENTE UMAMI. Potencia una relación sana con la comida”. Este libro se basa en tres pilares fundamentales para tener esta relación sana con nuestra alimentación y manteniendo esa claridad mental y esa forma amable de mirarnos.
Un podcast revelador e interesante con un montón de herramientas que nos van a ayudar a mantener un buen equilibrio en nuestra vida y no sólo con la alimentación, sino con todo. Muy muy importante.
Si os interesa comprar su libro, aquí os dejo el enlace donde podéis hacerlo:
Espero que os guste mucho el episodio, tanto como me gustó a mi.
Os abrazo fuerte.