Busco mis espacios para intentar recordar cómo ha sido todo. Cómo ha transcurrido la vida y qué señales me ha ido enviando a lo largo de los años. Y cuando echo la vista atrás, me doy cuenta de la cantidad de señales que me ha ido enviando desde siempre, sin hacerles caso. Mirando hacia otro lado por mis miedos.
Os contaré algo que no he contado nunca y que cada vez que lo recuerdo, se me ponen los pelos como escarpias.
Hace algunos años, hice un viaje especial con mi expareja.
En ese momento yo pensé que él y yo estábamos bien, pero cuando hicimos ese viaje a Camboya me di cuenta de que estábamos más distanciados que nunca. Yo de entrada estaba quejándome de todo. Me daba todo asco, no quería comer en ningún sitio, estaba reacia a las sábanas de los sitios donde dormíamos, me molestaba el sol. Realmente me molestaba ÉL.
Nos dirigimos a Phnom Penh a la capital de Camboya y recuerdo irnos a cenar. Paseando por sus calles le dije que me daba una sensación muy amarga y muy cruda. Había algo en el entorno que me hacía sentir mal aunque lo achaqué a cómo estaba encontrándome allí desde días atrás. Al dirigirnos al hotel, una moto se abalanzó sobre mi pegándome un susto tremendo. Agarré mi bolso como pude, pero me lo arrancaron de las manos. Grité y corrí tras ellos, pero no hubo manera de conseguirlo de nuevo.
Llevaba los pasaportes y documentación necesaria para volver a España, así que todo el papeleo que tuve que hacer porque no había embajada española, etc. me amargó el resto de vacaciones y nos fuimos antes sin poner resistencia alguna. Y eso fue un detonante en nuestra relación. Lo que podría habernos unido más, nos distanció totalmente. La vida y sus señales.
Recuerdo sentarme en el avión y estar durante horas pensando en lo que me había ocurrido, que no sabía bien qué era. No sabía por qué yo estaba así cuando yo no era así.
Los meses siguientes se apoderó de mi tripa un enorme nudo causándome vómitos y malestar hasta llegar a preocuparme.
En el fondo sabía que no era nada grave, que eran los nervios que me estaban consumiendo, porque sabía que algo no estaba funcionando. Mi cabeza iba a mil por hora, no conseguía unir las piezas del puzzle que la vida me iba ofreciendo.
Y por fin lo conseguí descifrar. Pero a las malas. De la peor manera.
No contaré lo que sucedió por preservar la privacidad de mi expareja, que en cierta manera quiero y deseo que todo le vaya bien. Sólo diré que no fue una ruptura agradable. Tenía una tristeza tremenda.
Mucha incomprensión, frustración y rabia eran las emociones que en aquél momento tenía, pues yo había apostado por algo que sabía que no tenía que ser. La sensación de haberme abandonado, de no haberme escuchado, de haber querido mil veces salir de ahí y de no haber cogido las fuerzas suficientes para decir por mi misma BASTA. Sin que la vida me diese ese golpe.
En ese momento de la ruptura no sabía como iba a gestionar mi vida, la casa y el dinero, ya que Madrid es cara y yo estaba en ese momento sola.
De repente, esa noche en la que todo se desmoronó, mi amiga Marta me dijo: “¿por qué no te mudas a mi piso que justo se acaba de quedar libre dos calles más abajo?, te hacemos precio especial”. No estaba muy segura pero aún así fui a verlo, dándome cuenta que no tenía ningún mueble.
Esa semana era Black Friday y pude comprarme una cama con un descuentazo.
Unos amigos me dijeron que justo tenían un sofá que no usaban.
Una amiga de mi amiga Marta, nos invitó a su fiesta de despedida que se iba a Pamplona a vivir y hablando con ella me dijo “tía te vendo todos los muebles por 150 euros y te lo apaño”.
Mi amiga Diana justo se había comprado una furgoneta… y tan generosos como son Carlos y ella, me ayudaron a transportar esos muebles a la casa nueva.
Todo esto, en 4 días. ¿Qué fue eso? ¿Se alinearon los astros para ponérmelo fácil?
Ni corta ni perezosa, comencé a transportar cosas sola por las mañanas ya que el piso estaba justo dos calles más abajo. Y un día, andando con la cara pálida, ojos caídos y mirada triste, una señora se me acercó y se ofreció a ayudarme con las bolsas. La miré y no tendría menos de 80 años. Era bajita, delgadita y parecía asiática.
Insistió por mi negativa y le dejé una bolsa que pesaba poco.
En el camino la mujer me preguntó “¿por qué estás tan triste?” y comentándole lo que me ocurría me paró en seco y me contestó: “Tú corazón bueno, tú corazón grande. Corazón bueno y grande sólo recibir cosas bonitas y grandes”.
Algo en ella me hacía sentir que era un mensaje. Cuando le pregunté de dónde era, me dijo que de PHNOM PENH, CAMBOYA.
Ese día me fui a trabajar en shock. ¿Era todo esto una señal de la vida que me decía que empezara a caminar sola, que empezara a creer en mi, a observar que había mucha gente maravillosa a mi lado y que no debía centrarme en alguien que no me había querido ni respetado? ¿Eran todo señales de la vida que me decía que por ahí no era? y que cuando era, ¿se alineaban los astros para ayudarme?
A partir de ese momento, caminé de otra manera. Confiando en que siempre habría algo que me indicaría por dónde era. Y desde ese momento, confío en las señales de la vida.
Así que, el mantra que me grabo a fuego esta semana es:
“Cuando es, se abren caminos para que sea. Confía en la vida”
¿Cómo te sientes cuando te cuento todo esto?
¿Te ha ocurrido algo así alguna vez?
¿Has tenido alguna señal de la vida o se han alineado los astros que te han indicado que por ahí no era o por ahí sí era?
¿Hasta qué punto fuerzas las cosas?
¿Confías en la vida? ¿y en ti?
Si queréis, podéis escribirme a través del email hola@noeliazenvibes.com para comentarme vuestras respuestas o experiencias sobre señales que te ha indicado la vida para que pueda ir hablando con vosotras. Me encanta conocer vuestras historias. Os lo pongo fácil y os añado el enlace directo por si os animáis:
Hoy en Zenvibes Podcast tenemos un podcast MUY ESPECIAL.
El pasado Jueves 21 nuestro podcast celebraba 1 año de vida. Y para ello, Jandro (el productor y mi marido) y yo, grabamos uno JUNTOS.
En él hablamos de cómo surgió esta idea, de quienes somos nosotros y nuestra historia. Hacemos un repaso de todo lo aprendido durante el podcast, comentamos videos favoritos, anécdotas y sobre todo lo muy agradecidos que estamos no sólo con las personas que vienen, sino también con todos vosotros/as que nos escucháis cada día, que me enviáis mensajes, que nos comentáis lo mucho que os gustan y aportan.
Eso siempre hace que nos llene el corazón, el alma y las ganas de continuar en este proyecto que empezó siendo algo inesperado y que se ha convertido en mucho mucho mucho más. Felices de continuar y de que estéis al otro lado de la pantalla. Sin vosotros no sería posible,
GRACIAS.
Espero que os guste tanto como a mi.
Pero antes de despedirme, os diré que el día 08 DE DICIEMBRE, espero veros a todas y todos en mi ZEN CLASS GRATUITA, que hablaré de mi vida y los cambios que hice, porque tras todo eso, me formé y me inspiré para generar una metodología que sé que surte efecto para dar los pasos necesarios hacia esa vida que queremos y que tenemos bloqueada por miedos que nos paralizan.
Es totalmente gratuita y estoy segura de que os va a aportar mucho. Además, tengo sorpresitas y cositas muy inesperadas.
Os dejo enlace para registraros y entrar además en un grupo de whatsapp para ir recibiendo cositas para el taller.
¡OS ESPERO!
Y ahora sí, os dejo con el podcast.
Os abrazo fuerte.