Las preocupaciones van y vienen. Son como losas que cargamos a la espalda constantemente y a veces son naturales, que tienen que estar ahí porque son parte de la vida, y otras, porque nos las adjudicamos como fieles amigas para darnos el toque de que estemos en alerta. Muchas veces no sé cómo deshacerme de ellas ya que me doy cuenta de que cargan a mi espalda como tremendos ladrillos dejándome hecha polvo al final de la semana.
Seguro que muchas me entenderéis cuando digo que desde que soy madre la preocupación se apodera como una lapa en mi cerebro no dejándome caminar con la fluidez que quisiera. Leo es mi principal motor y la mayor preocupación de mi vida. Todo lo que pienso, siento y quiero va alrededor de él. Si le pasa algo, yo estoy mal. Si no sé qué le pasa, yo estoy mal. Si está bien, yo estoy bien. Y así camino… conforme a lo que él sienta y esté.
Cuando traemos a una personita al mundo, tu vida se convierte en algo difícil de explicar. Pasas de ser una mujer a ser mujer y madre. Tienes como dos personalidades… una que va dirigida a tu trabajo, a tu marido, a tu familia y a tu ocio particular (del que te queda poco tiempo) y luego otra que va dirigida 100% a tu hijo/a o hijos/as. Va conforme a lo que necesiten y sientan ellos/as. Y tu mundo gira alrededor de eso. Sintiéndote en una burbuja de emoción, felicidad, preocupación y desconsuelo cuando no sabes qué les pasa o les pasa algo.
En fin, que somatizar cuando estamos sobrepasadas, es natural. Nuestra mente trabaja a dos mil por hora cuando tenemos muchas cosas que hacer. Vivimos en continuo estrés y en continua acción sin pararnos a mirar las consecuencias tan grandes que tiene en nuestro cuerpo y en nuestra mente.
He tenido a mi gatito dos semanas malucho y no sabéis la preocupación que tenía yo por el pobre animal. No ha sido nada grave pero lo suficiente para estar yo en alerta y estar observando su evolución cada día, con sus respectivos mimos y observaciones a que todo esté yendo a mejor. Y es algo más que se añade a la mochila de ladrillos que cargamos a la espalda.
Tras todo este tiovivo de emociones… viene la culpa. La famosa culpa que viene a decirnos que todo lo hacemos al revés. Que podríamos haber dicho algo de una manera u otra. Que podríamos haber estado más atentas y haber divisado que la situación se iba de las manos, que podríamos haber actuado mejor y no tan así o asá…. en fin, millones de respuestas a actuaciones o situaciones en las que podríamos haber sido la heroína del planeta y podríamos haber salvado el mundo en un abrir y cerrar de ojos.
La culpa es el mayor lastre con la que cargamos y nos hace hacer demasiadas pausas en el camino. Si estamos llenas de preocupaciones… encima carga con un poquito de culpa que eso nos va a venir genial. No, en serio, tenemos que pararlo.
La culpa es el sinónimo de “estoy insegura y no sé por qué digo o hago las cosas”. No chicas, cuando hacemos algo… estoy segura de que lo hacemos con la certeza de que podríamos hacerlo mejor… y de eso se trata la vida, de ir evolucionando y creciendo… pero no podemos estar a todo y ser perfectas. Cuanto más honestas y asertivas seamos, en rasgos generales, mejor irá todo.
Si tomamos la decisión de estar ausentes porque las preocupaciones se han embotellado en nuestro cerebro sin querer salir y necesitamos nuestro espacio para gestionarlas aunque no estemos trabajando, ocupadas y con un millón de cosas que hacer, somos libres de tomar esa decisión, de querer estar lo más tranquilas posible y tener nuestro propio proceso de desintoxicación preocupolística (sí, me he inventado la palabra).
Si queremos distanciarnos de alguien pero nos sabe mal porque sabes que a esa persona le puedes hacer bien, pero su compañía te resulta negativa para tu día a día… con la comunicación se resuelve el problema. Comunicar que necesitas alejarte o cambiar de escenario en la vida de la otra parte, no será plato de bueno gusto os lo garantizo, pero ser asertivas en ese campo, es PRIMORDIAL.
Cargaremos de la culpa que realmente queramos cargar. Escucha qué te dice el cuerpo y toma las decisiones que sean prioritarias para ti. Comunica con respeto hacia la otra parte lo que necesites comunicar y ten en cuenta de que aunque hayan consecuencias, se producirán por algo que tú necesitas.
Así que, como yo también me uno al carro de preocupaciones y culpa… El mantra que me grabo a fuego esta semana es:
“Soy así y necesito ser así. Respeto a todos los seres humanos y quiero que seamos todos felices por igual.”
¿Con cuanta culpa cargas tú a final de semana?
¿Cuántas preocupaciones vas generando a lo largo del día?
¿Cómo gestionas ese momento de ruido extremo en tu cabeza?
¿Qué crees que necesitas en este momento?
¿Te paras a tener un espacio de respiración y de escucha hacia ti?
¿Qué es lo que quieres para los demás? ¿y para ti?
¿Mantienes, en rasgos generales, una comunicación asertiva?
Busca la manera de responder a estas preguntas de forma honesta. Te sorprenderán.
Y como todo en la vida… yo voy descubriéndome, voy caminando a modo gestión todo el rato. Y una de las cosas, como ya he dicho muchas veces, es el intentar cuidarme lo máximo posible para estar completamente “ready” para mi hijo.
Así que, desde hace un tiempo hasta ahora me estoy interesando mucho por la medicina integrativa, que me parece esencial para el momento actual.
Y algo que me ha resultado curioso y que desconocía por completo, ha sido la Odontología Biológica. Siempre hemos interpretado como que la Odontología era algo más estético sin tener en cuenta las grandes repercusiones que tiene en nuestro cuerpo y nuestra salud. Sobre todo, a la hora de usar implantes metálicos, tratamientos menos naturales, etc. Y cómo influye todos los hábitos, la nutrición y nuestro cuidado personal diario, en nuestra boca.
De esto hablo en el último podcast de Zenvibes con Mario Parra, Odontólogo Biológico Pionero en España.
Un podcast sin duda muy revelador y que te hace reflexionar sobre temas que nunca habríamos pensado que eran tan importantes.
Espero que os guste tanto como me gustó a mí.
Por cierto, antes de terminar nuestra Charla Zen de hoy… si necesitas hablar y quisieras comentarme alguna cosa sobre tu proceso actual vital, puedes escribirme un mensaje privado por IG. Os dejo el enlace y de esta manera nos conocemos un poquito mejor.
Os abrazo fuerte.