Las resacas emocionales existen.
Sí, hoy la tengo yo. Ayer estuvimos celebrando el cumpleaños de Leo.
Mucha gente, muchos regalos, mucha estimulación y muchísima felicidad para el más peque de la casa.
El ser madre es algo que no se puede explicar con palabras. Es igual de emocionante que de complicado. El corazón se hace más grande y las preocupaciones también.
No voy a negaros que ser madre es mucha responsabilidad, esfuerzo y constancia. Pero también es apasionante, emocionante y revelador. ¿Por qué digo revelador? Porque jamás pensé que sentiría como siento ahora. Jamás pensé que ser madre me daría tantas cosas buenas…
Yo he estado muy acostumbrada a ir por libre, a viajar sin pensar en cómo hacerlo, dejándome fluir. He hecho un poco siempre lo que he querido. Con un hijo las cosas te las piensas dos, tres, cuatro e incluso veinte veces si hace falta.
Y ese STOP a la hora de ser madre me provocó mucha contradicción al principio. Me di cuenta de que estaba en pleno duelo sobre quién fui y quien ya no podré ser nunca más. Que la vida te cambia, te pone a prueba, te hace ser más fuerte, te hace dudar más, te hace querer más, te hace saborear con más intensidad si cabe… y eso amigas, es maravilloso.
Entiendo a la perfección por qué muchas de vosotras no queréis ser madre. Hubo un tiempo en mi vida que tuve serias dudas de si serlo o no. Os reconozco que no me quería quedar sin vivir la experiencia y a toro pasado os digo que me alegro mucho de haberlo sido. Pero comprendo la situación de cada una de vosotras y la decisión libre de no querer serlo.
Siempre digo que no podemos dejarnos condicionar por lo que nos digan de fuera. Es una decisión muy personal que cada una debe tomar por su propia cuenta. Porque, efectivamente, ser mamá es maravilloso pero también tiene sus grandísimos cambios y consecuencias y hay que ser conscientes de que eso va a ser así. Que el amor es enorme y que obviamente una vez el bebé está en tus brazos todo cobra sentido y nada importa… pero al final, tienes que pasar el duelo y decir adiós a tu otro yo.
No sé si en algún momento vuelves a recuperarte… imagino que cuando los hijos/as crecen la cosa va volviendo un poco a su ser. Pero tú también eres más mayor, las cosas han cambiado, tú misma has cambiado y mires por donde lo mires… en mi caso por ejemplo, ya nunca seré la Noelia de 30 años que viajaba sola y libre por el mundo.
Como os decía… ayer celebramos el cumpleaños de Leo. No sólo fue la mirada de felicidad absoluta que tenía él en su cara. Sino la cantidad de personas que vinieron y mostraron su amor hacia nosotros. Es emocionante y maravilloso poder abrazaros y sentir vuestro calor en un día tan importante como el de ayer.
Las personas que se van cruzando en el camino en este viaje de ser madre, también mola mucho. Caras nuevas, conversaciones nuevas, complicidad nueva… todo es un viaje que te hace sorprenderte y crecer a partes iguales.
Y concretamente ayer estuve manteniendo una conversación con un papá que había estado luchando 14 años con la enfermedad de su hija, inicialmente terminal y que acabaron dándole el alta hace 4 meses con 18 años. Mi corazón se puso en un puño en ese momento como madre y ser humano, pero sobre todo se me encogió cuando até cabos y me di cuenta de que 14 años atrás ese papá me había contratado para trabajar en el cumpleaños de su hija de 5 años que acababa de ser diagnosticada de cáncer. Hice de Campanilla y me hicieron volar por el aire con un arnés tirando purpurina y diciendo que venía del País de Nunca Jamás.¿Cuántas veces me había preguntado si esa niña estaba bien? MUCHAS. Ayer el abrazó que le di a aquel papá fue interminable.
Y eso amigas, es el dolor profundo y desgarrador de un padre que sufre por una hija. Un dolor que no se podría explicar con palabras, tan sólo con lágrimas en los ojos. Creo que su mirada me lo decía todo. Felicidad, pero también mucho sufrimiento acumulado.
Tienen una ONG que se llama EUNOIA. No me dejó indiferente. Echadle un vistazo si os apetece.
El caso es que tras esta resaca emocional, el mantra que me grabo a fuego esta semana es:
“ El amor mueve mareas y el de una madre traspasa todo el océano si hace falta”
Porque no sabemos lo que puede pasar mañana. Porque no sabemos lo que nos depara. Porque vemos la incertidumbre con miedo y respeto, pero sin embargo, es nuestra gran aliada.
Una vez mi madre cuando era joven le preguntó a un señor mayor “¿Y usted qué edad tiene? Y él respondió “los que he vivido 90, los que tengo sólo Dios lo sabe”.
Y esto le hizo pensar. Este hombre era creyente y hablaba de Dios, pero la conversación se dirigió hacia dar las gracias por no saber cuántos tenemos… porque al final, viviríamos en vilo todo el día.
Así que, aprovechemos cada segundo de nuestro tiempo. Vivamos más el presente. Seamos madres si queremos serlo. No lo seamos si no lo queremos. Pero sobre todo, haz lo que te venga en gana y disfruta de la vida porque sólo tenemos una.
Desde que me introduje en el mundo del Yoga siento que estoy más presente. Intento no darle tanto sentido al futuro aunque sí piense en él. Aunque mis pasos se dirijan a tener un futuro estable, reconozco que vivo más el presente que antes. Sobre todo con Leo que cumple años como si fueran segundos… y eso me produce mucha nostalgia.
Yoga me cambió. Me hizo estar presente. Me hizo conocerme.Conectarme y profundizar. Me hizo ser más compasiva, comprensiva y empática. También me hizo saber hasta dónde quiero llegar y hasta dónde no. Me hizo saber que el amor mueve mareas y que todos somos seres diferentes y únicos. Que todas tenemos nuestra esencia y es maravilloso. Que nadie es mejor que nadie. Que somos un YO en el todo. Que todo lo que nos rodea nos pertenece porque formamos parte de ello. Que si no lo cuidamos se marchita. Y que si reina la paz en el entorno siempre es mejor que si no reina.
Y así, profundizando sobre este maravilloso mundo os voy a dejar con el último podcast que hice con mi querida Sara Ripoll, compañera, amiga y yogui que vino a hablar sobre su formación, experiencia y visión hacia esta disciplina milenaria que tanto nos ha cambiado la vida.
Seguro que lo disfrutáis tanto como lo hice yo.
Gracias por leerme.
Con amor me despido con resaca emocional y café bien cargadito.