SÍ, SOMOS LA HOSTIA
Me he despertado muy temprano. Me encanta poder levantarme, saludar a mi gatito, ambientar el hogar, abrir las ventanas, barrer el suelo, sacudir el sofá, poner un palo de salvia, luz tenue o luz del día si ya ha amanecido, prepararme un café con leche de almendras, sentarme con mi manta, meditar, anotar mis inquietudes en una vieja pero preciosa libreta, escuchar el silencio, poner mi humificador con aceite de lavanda y sentarme frente al ordenador a escribir.
Creo que esta rutina de la mañana que llevo haciendo desde hace tantos años y que no siempre es igual, claro, me da vida. Es lo que me empuja a comenzar conectada y consciente del nuevo amanecer, de una nueva oportunidad. Salir al porche y escuchar a los pájaros con el ambiente fresco del nuevo día, también es reparador.
Hoy es un día especial, es el cumpleaños de Leo. Día 8 de Marzo, Día de la mujer. No pudo llegar en mejor momento. Quizá ese día, aunque ya lo supiese, supe de verdad la fuerza y el poder que tienen las mujeres. Señores, no es por menospreciar a los hombres, que por supuesto sois igual de increíbles que nosotras, pero el gestionar un embarazo durante 9 meses con todas las consecuencias que esto implica, ya te permite hacerte una idea de lo importante que somos en este lugar llamado Tierra.
El ser humano es grande por naturaleza, la mujer es poderosa y salvaje.
El parto es un proceso que si no lo vives, no sabes lo que es. Es templanza, es confianza, presencia, es resiliencia, conexión, fuerza, amor y dureza. Es un cúmulo de emociones en cuestión de unas horas tratando de que todo salga de la mejor manera posible y tu bebé llegue al mundo sano y salvo.
Y así fue. Lo hice. Lo conseguí. Pero 18 horas más tarde me encontré a Leo GRIS en su cunita. El susto que me llevé, fue desgarrador. Grité a las enfermeras que viniesen corriendo y Jandro, sin saber muy bien qué ocurría, se quedó en shock al ver el color de Leo. Consiguieron que volviese a su estado natural ocurriendo lo mismo 3 horas más tarde. Acabó en la Unidad de Neonatos sin un diagnóstico determinado y la cara de preocupación de la pediatra, no se me olvidará nunca.
Fue en 2021, en plena pandemia, solos y sin nuestra familia en el hospital. Un ramo de flores que me acababa de llegar y una compañera de habitación con su recién nacido en brazos.
Leo no estaba y buah, a mi se me iba el alma al suelo. Cuánta soledad, cuánta incertidumbre, cuánta preocupación.
Jandro y yo no podíamos consolarnos porque los dos estábamos igual de incrédulos, cansados y los dos éramos primerizos. Papás que se habían topado con una realidad aplastante: nunca jamás en la vida se nos iría la preocupación hacia nuestro hijo. Todo lo que le pudiese pasar, a partir de ese momento, ya nunca más iba a ser indiferente para nosotros.
Como padre, Jandro lo sufrió muchísimo. Aún guardo un vídeo que le hace a Leo mientras le miraba desde la incubadora llorando con un mensaje precioso de “ánimo campeón”. El papel de él fue crucial para esos momentos. Pero también os diré una cosa, yo estaba recién parida. Tenía puntos, un desgarro, convaleciente aún por el poco tiempo que había pasado, hormonas revueltas, un pecho sacando calostro cada hora y media, una falta de sueño hasta los pies, un “me han quitado a mi bebé” que solo una madre que le ha llevado en sus entrañas durante 9 meses sabe lo que es. Un NO DUERMO PERO A MI BEBÉ NO LE FALTARÁ EL CALOR DE SU MADRE y ahí que me iba cada dos por tres a verle y a darle el calostro que necesitaba. Y así hasta que 5 días más tarde, nos dejaron llevar a nuestro bebé a casa sin un diagnóstico pero supuestamente sano.
Os preguntaréis que fue lo que le pasó y lo que le pasó fue que no se había habituado bien al nuevo mundo y se ahogaba al tragar. Las revisiones posteriores así lo confirmaron y hoy, 4 años más tarde, lo recuerdo todo derramándose aún lagrimitas por mis ojos. De angustia que pasé y de enorme felicidad por tenerle a nuestro lado porque no hay nadie más impresionante en el mundo que él.
Así que sí, creo que el ser madre es un ejemplo muy claro de lo fuertes que podemos llegar a ser. De lo mucho que que esto nos mueve, de la gran capacidad y poder que tenemos para que los seres humanos sigamos existiendo. Y por supuesto, sin despreciar el papel de los padres que son punto importante para que toda esta magia ocurra, pero hoy al ser el día de la mujer y el cumpleaños de mi pequeño, me permito decir con grandes letras que:
SOMOS LA HOSTIA
FELIZ DÍA DE LA MUJER .
A todas, a las que son mamás y a las que no lo son.
He contado mi historia y lo que me permitió fijarme en lo fuertes y poderosas que somos, pero seguro que las que no sois mamás también tendréis vuestra historia y digna de ser contada, me encantará leeros y conoceros un poquito más.
MI INSTRAGRAM ——> ESCRÍBEME Y TE LEO.